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Situación problemática en torno a la cuál se desarrolla el curso

 

La evaluación en nuestro país ha tomado un papel preponderante en las políticas educativas. La creación del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE) y la incorporación gradual de pruebas de largo alcance en la educación básica, como PISA y Enlace, entre otras acciones, son una muestra fehaciente de dicho interés.

 

Sin embargo, al mismo tiempo, se ha ido construyendo una mirada crítica a los supuestos de la psicometría y a las evaluaciones estandarizadas y descontextualizadas, por lo que desde una perspectiva de evaluación alternativa y auténtica, situada en contexto y en el aula misma, se plantea un cambio de fondo en la cultura de la evaluación del aprendizaje, más acorde a los principios del constructivismo y de las innovaciones que pretende introducir el currículo en la educación básica.

 

Esta doble perspectiva, la sobredeterminación de las evaluaciones estandarizadas y externas al contexto escolar, versus la exigencia a los docentes de introducir los enfoques de evaluación auténtica centrada en el desempeño, la demostración in situ de competencias, la autoevaluación y coevaluación del aprendizaje, etc. ha generado contradicciones y tensiones inevitables en docentes y estudiantes.

 

Así, los docentes de educación básica actualmente contienden con dos retos: por un lado dar respuesta a la aplicación de dichas pruebas (principalmente PISA y Enlace) y por otro lado tomar una postura crítica, informada y ética a fin de generar instrumentos eficaces y situados que evalúen el aprendizaje de sus estudiantes.

 

Ante estos retos repensar el papel de la evaluación dentro de los centros escolares y en específico en los espacios áulicos, exige en los futuros docentes un compromiso social y un cambio de cultura hacia las prácticas imperantes de evaluación (centradas en su mayoría en pruebas escritas objetivas) que les demanda reflexionar y construir mecanismos y criterios de evaluación a fin de potenciar el aprendizaje del estudiantado. En particular, el uso de la evaluación psicológica y educativa y de sus dispositivos en las escuelas ha privilegiado los fines de control y normalización de los estudiantes, propiciando su etiquetación y exclusión por encima de las finalidades de comprensión y mejora de los procesos educativos en un marco de equidad e inclusión.

 

Por otra parte, la literatura nacional e internacional de investigación en torno a las concepciones y prácticas de evaluación del aprendizaje que muestran los docentes de educación básica, pone en evidencia un uso limitado de la evaluación, centrado en la evaluación sumativa de contenidos declarativos o conductas observables, con fines de certificación o calificación, con pocas opciones de promoción de la autorregulación en el alumno, la retroalimentación de los aprendizajes o la mejora del proceso educativo.

 

Además, en otros estudios se ha evidenciado que en la labor docente se sigue propiciando el uso de dispositivos de evaluación (criterios e instrumentos) enfocados a la normalización y clasificación de los estudiantes que suelen desconocer la diversidad y las necesidades específicas de educandos y contextos. 


Con base en lo anterior, la problemática a abordar durante el curso girará en torno a un análisis crítico de los alcances y limitaciones de los actuales sistemas e instrumentos de evaluación del aprendizaje escolar tanto a gran escala como los que emplean los docentes en su práctica cotidiana y aquellos emanados de la corriente denominada evaluación alternativa y auténtica, tomando en cuenta lo que implica la labor del docente en torno a la evaluación y de cara a lo que plantea el currículo de educación básica en contraste a lo que sucede en los distintos contextos socioeducativos donde se imparte este.

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